¿El 2018 de Javier Milei?

El programa de gobierno de Milei mostró sus flancos débiles con la nueva corrida cambiaria de las últimas semanas. Desde enero las reservas –dólares– en poder del Banco Central no paran de caer. En las últimas dos semanas se perdieron más de 1.800 millones de dólares y las reservas se encuentran por debajo del valor de agosto del año pasado, cuando se produjo la última corrida cambiaria previa al ingreso de dólares por el Blanqueo de capitales.

En este marco es que el gobierno nacional está discutiendo un nuevo, no tan nuevo, salvavidas para frenar la corrida: nuevos flujos de dólares del Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, el acuerdo no termina de cerrarse a pesar del “comodín” regalado por Diputados en una sesión que compartía pantalla con la represión policial a los jubilados, que dicho y sea de paso son quienes soportaron una cuarta parte del “ajuste fiscal más grande de la historia”.

La discusión con el FMI en relación con el monto, los tiempos de los desembolsos y los condicionamientos en el uso de los 20.000 millones de dólares para intervenir en el mercado cambiario (libre disponibilidad) encubren la discusión de fondo: en qué momento el gobierno va a ajustar el tipo de cambio o cambiar el régimen cambiario, requerimiento del organismo multinacional.

Las declaraciones erráticas por parte de Caputo y otros referentes del gobierno oscurecen los ánimos de los principales actores del mercado y derrumban la confianza en el esquema cambiario. El mismo Milei tuvo que salir a negar la devaluación argumentando que “hablar del tipo de cambio es irrelevante” y que “no faltan dólares sino pesos”.

Claro está que pesos faltan para quienes trabajan o están jubilados, pero abundan para aquellos que apostaron a realizar ganancias financieras en pesos, siempre en el marco de una “tablita cambiaria” de depreciación de 1% mensual que les asegura dólares baratos. El desarme parcial de los activos en pesos por parte de esos jugadores, los del carry trade  o bicicleta financiera, fue evidente durante la última semana de marzo y fogoneó la corrida cambiaria. También abundan los pesos en las grandes compañías que operan en el país que en las últimas semanas anunciaron exorbitantes montos a distribuir en forma de dividendos. Como el grupo Clarín que a través de Telecom y Cablevisión proponen distribuir en conjunto cerca de 1.350 millones de pesos. Como sucedió en otros momentos históricos en el país esos pesos pueden presionar en el mercado cambiario si buscan dolarizarse para ser remitirlos al exterior.

Ante esta fragilidad cambiaria se pone en duda la sustentabilidad del principal logro del gobierno: la baja de la inflación. Es que el sustento principal de la estabilidad política y económica, hasta el momento, fue el manejo del tipo de cambio. Si se cambia el esquema va a acelerarse la inflación; incluso si las expectativas cambian los precios van a anticiparse a la devaluación. El reloj electoral agrega presión en la medida que los votos al gobierno se presumen inversamente proporcional al Índice de Precios al Consumidor. Todo esto abre un paralelo con lo sucedido durante 2017 y 2018, pero en este caso antes de las elecciones. En 2017 se sostuvo un régimen de tipo de cambio estable como mecanismo de contención de precios durante el año electoral. Luego de las elecciones el gobierno de Macri perdió el “orden” de la calle cuando aprobó la reforma previsional con jubilados y manifestantes en el Congreso y en Casa Rosada. Ya en 2018 se quedó sin dólares y tuvo que retornar al FMI con un crédito tan inédito como el que se está negociando actualmente. La pregunta que emerge es si también, como en el final del gobierno de Macri, esos dólares serán usados para alimentar la fuga de capitales, generar nuevas corridas cambiarias, saltos devaluatorios, pérdidas de reservas, aumento inflacionario y crisis. O más bien, cuándo se producirá esta secuencia, considerando que el gobierno de Milei dilapidó en pocos meses los ingresos de dólares del blanqueo que fueron el salvavidas de la corrida anterior.

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