Sobre la inflación de las y los trabajadores

Un análisis de MATE revela que la inflación real para los trabajadores argentinos supera en casi 20 puntos porcentuales a la medición oficial del INDEC. La investigación, basada en datos de gastos actualizados de 2018, contrasta con la canasta de precios del INDEC que aún utiliza datos de 2004. Entrevista en ECO Medios de Néstor Sulla a Lavih Abraham

Nestor Sulla: Vamos a hablar un poco de economía, para lo cual convocamos a Lavih Abraham, economista de Mate, mirador de la actualidad del trabajo y la economía. Hay un muy buen trabajo de Mate que compara la inflación del INDEC con la inflación de la canasta de precios y bienes de los trabajadores, considerando sus ingresos. Así, uno puede observar cómo la inflación del INDEC marca una cosa, y la inflación para poder comer o la comparación de los salarios con la comida marca otra. Lavih, ¿cómo estás? Néstor Sulla.

Lavih Abraham: ¿Qué tal, Néstor? Buen día, muchas gracias por el contacto.

Nestor Sulla: No, gracias a vos por atendernos. Contanos sobre este trabajo de Mate que compara la inflación del INDEC con la inflación real de la vida cotidiana.

Lavih Abraham: Lo que hicimos fue tomar una encuesta de gastos de hogares que realizó el propio INDEC en 2018. En esta encuesta se pregunta a una muestra importante de familias argentinas en qué gastan, ofreciendo un reflejo más fiel que el propio índice de precios al consumidor. El índice de precios al consumidor que utiliza el INDEC se basa en los gastos de las familias del año 2004. Mientras tanto, el INDEC calculó nuevos gastos en 2018, pero no los utiliza en el índice de precios. Entonces, tomamos el propio trabajo del INDEC de recálculo de cuáles son los gastos, utilizamos los precios que sí usa el INDEC y recalculamos en función de las necesidades de una familia trabajadora esta canasta. Vemos que la inflación efectiva de los trabajadores, considerando las ponderaciones actuales de sus gastos, es mucho mayor que lo que indica el índice de precios oficial. En el último año, mientras el INDEC calculó un 67% de inflación, a nosotros nos da un 79%. Si miramos desde el inicio del gobierno de Javier Milei, el INDEC marcaba 186% y nuestro índice arroja un 207%, casi 20% de inflación más en este periodo.

Nestor Sulla: Claro, claro. Ahora, ¿el INDEC sabe que esta medición que tiene está desactualizada?

Lavih Abraham: Sí, por supuesto. El INDEC mandó a hacer esta nueva encuesta de gastos con el objetivo de actualizar el índice de precios. Ya hace unos dos o tres años que debería haberlo hecho. La gestión actual, que es la misma del gobierno anterior, no lo realiza, y no queda claro por qué tampoco actualiza las ponderaciones. Nosotros estamos, de alguna manera, haciendo lo que el INDEC debería hacer. En cierta medida y con todo respeto a la gente del INDEC, que por supuesto realiza muchos trabajos que ninguna consultora privada puede hacer, algo de eso estamos haciendo.

Nestor Sulla: Claro. Ahora, ¿cómo ha sido en este contexto de medición errada o antigua de inflación, cómo ha evolucionado el salario, acompañando las variables inflacionarias?

Lavih Abraham: El salario al principio del gobierno de Javier Milei perdió mucho. En promedio, si consideramos los trabajadores del sector privado, perdieron en el primer mes y en los siguientes hasta un 12 o 13%. Los trabajadores del sector público sufrieron pérdidas de entre un 20 y un 25%. La diferencia radica en que algunas ramas del sector privado lograron, a través de paritarias y negociaciones, mejorar y recuperar parte de lo perdido, aunque no todo, ya que el salario promedio sigue por debajo de lo que estaba en 2023. Los trabajadores del sector público, en cambio, nunca recuperaron lo perdido. Es más, en los últimos tres meses volvieron a perder poder adquisitivo, profundizando la derrota, podríamos decir. Justamente, no hay recuperación de los salarios de los trabajadores públicos en línea con el planteo oficial del presidente de destruir el Estado desde adentro. Una de las formas claves es destruir el salario de las personas que trabajan en el propio Estado.

Nestor Sulla: Ahora, ¿por qué da la sensación de que los precios nunca pararon? La inflación bajó, pero da la impresión de que siempre hay algo que aumenta: un día el agua, otro la leche, el azúcar, el yogur. Siempre algo se movió.

Lavih Abraham: Porque seguimos en un régimen de alta inflación, incluso podríamos decir que estábamos en uno de altísima inflación. Ahora sigue siendo de alta inflación. En el último año, la variación oficial fue del 67%, la que nos da a nosotros es del 79%. Un 80% de inflación en un año es muchísimo para cualquier país del mundo. Esto implica que todavía se siguen moviendo los precios, y desde hace seis meses, la inflación que está entre el 2 y el 3% mensual no afloja más. Aflojó un tiempo, pero ahora no. Muchos salarios, sobre todo los de los trabajadores estatales, pero la mayoría en general, ya no siguen ese ritmo. Están perdiendo poder adquisitivo de a poco. Pero no solo los trabajadores, también los cuentapropistas, las personas con pequeños negocios, a quienes les cuesta pagar su alquiler y los servicios, que son muy caros (energía eléctrica, internet, comunicaciones). Efectivamente, está todo caro. Argentina se ha vuelto muy caro y los ingresos de la población no alcanzan para pagar.

Nestor Sulla: Y se suma la palabra clave del destrozo de los ingresos, que es la medicina privada.

Lavih Abraham: Incluye sobre todo este cambio, insisto, hay un cambio de precios relativos en Argentina. Se encareció el transporte colectivo y se abarató el precio del pasaje de avión. Esto es así. Es más barato viajar a Francia o a Río de Janeiro (relativamente, no es que sea más barato en términos absolutos) que lo que era hace un par de años. Entonces, se benefician quienes pueden viajar y se perjudican los que toman el colectivo diariamente.

Nestor Sulla: Claro. Y además, hay como un estrés, el estrés del súper, de las compras, que vas con una lista a comprar y no podés comprar todo, o tenés que comprar algo viendo qué podés comprar. No comprás lo que querés, sino la oferta, la segunda al 70, 3×2, la segunda al 50. Entonces, te venís con algo no planeado, no compraste lo que querías porque el precio te inhibe, algo que no te querés regalar, porque no nos queremos regalar. Entonces, hay todo como un estrés sumado a esto que vos contás.

Lavih Abraham: Perdón, escuché solo el final de la pregunta. Te pido disculpas si podrías repetirla.

Nestor Sulla: No, te decía que hay todo como un estrés porque vas al supermercado a buscar algunas cosas y te venís con otras, porque encontrás ofertas. Entonces, fuiste a buscar productos con un precio que no querés pagar y terminás comprando lo que el supermercado te quiere vender. Algo más o menos así.

Lavih Abraham: Bien, sí, queda carísimo. Por supuesto que es así, porque efectivamente no alcanza para comprar lo que uno quiere y porque está caro, insisto en esta idea. El país está caro, los alimentos, las cosas de la vida cotidiana, el transporte, la ropa, lo más básico está muy caro y no alcanzan los ingresos. Insisto, no son solo los salarios, también las jubilaciones y los pequeños comerciantes que no venden porque es toda una cadena: no alcanzan los salarios, los comerciantes no venden porque no tienen a quién vender. Y termina en esta lógica que explicabas vos: vas al supermercado y comprás lo que podés y no lo que querías, y eso es desgastante para toda la población, sin dudas.

Nestor Sulla: Ahora, ¿podríamos decir que en estos momentos, con este dólar en debate, con este préstamo del Fondo Monetario que no termina de llegar, con esta foto de Trump que no se pudo sacar, podríamos decir que estamos en crisis? ¿Alcanzan los términos para definir lo que estamos viviendo como crisis económica?

Lavih Abraham: Es difícil ponerle esa etiqueta porque, efectivamente, el país va en un rumbo que es malo, en el sentido de que no le alcanza a la gente. No hay un bienestar generalizado de la población. Hay como una idea de que frenó la inflación y con eso alcanza, y que ahora hay una especie de horizonte. Eso es cierto en un punto, pero efectivamente no vemos señales de que los mercados respondan, de que haya inversiones, de que se esté pensando en un futuro. Esto me llama un poco la atención. Las empresas no están invirtiendo, no se ve que haya fábricas ampliando su capacidad productiva o su base tecnológica, porque no están pensando que van a vender más. No hay un optimismo. Esa falta de optimismo no llega a ser una crisis, por eso no quiero catalogarlo así, pero al mismo tiempo, en ningún momento se logra este despegue. Estamos en una especie de recesión continua, volando bajito, donde mucha gente todavía tiene trabajo, pero le alcanza cada vez menos; los comerciantes todavía venden, pero cada vez menos; los centros de recreación y restaurantes venden todavía, pero cada vez menos, etcétera. No llega a ser una crisis aún.

Nestor Sulla: Bien. Bueno, Lavih Abraham, economista de Mate, muchas gracias, buen fin de semana.

Lavih Abraham: Muchas gracias y buen fin de semana para vos, Néstor.

Nestor Sulla: Que sigas muy bien, muchas gracias.

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