Lavih Abraham cuestiona las promesas a futuro del gobierno frente a la destrucción del salario y el consumo. «Quiero ser Argentina, no Alemania», afirma, y advierte sobre la creación de una sociedad «mucho más desigual y horrible para vivir».
Periodista 1: Tenemos la comunicación con Lavih Abraham, economista e integrante del MATE, un centro de estudios que realizó un informe hace pocos días. Se publicó en InfoMATE y otros medios, y trata sobre la pérdida del salario para los trabajadores del sector público y privado a partir del gobierno de La Libertad Avanza. Lavih, ¿qué nos puedes contar sobre eso para quienes no lo hayan visto o escuchado?
Lavih Abraham: Básicamente, lo que estamos viendo desde que empezó el gobierno es una importante pérdida salarial. La devaluación que hizo el gobierno apenas asumió fue muy fuerte y generó una inflación altísima en diciembre de 2023 y enero-febrero de 2024. En general, los salarios no acompañaron esa inflación y perdieron poder adquisitivo.
Hay que decir que en la segunda mitad de 2024, ciertos sectores del ámbito privado con capacidad de negociación y paritarias abiertas lograron recuperar algo del salario perdido. Cuando hablamos de recuperar, nos referimos siempre al poder adquisitivo, no a la cantidad nominal. Con la inflación, los sueldos siempre aumentan, la cuestión es si le ganan o no a los precios. En esta competencia entre precios y salarios, los precios vienen ganando, a pesar de que la inflación haya bajado un poco. A partir de este año, las mejoras se estancaron.
Eso en el sector privado. En el sector público, el recorte es brutal. En números, los trabajadores del sector estatal (nacional, provincial y municipal) perdieron un 25% de poder adquisitivo en los dos primeros meses. Es muchísimo, la cuarta parte. Es el doble del famoso recorte del 13% de Patricia Bullrich.
Después hubo una recuperación de dos o tres puntos y se estancó. Hoy, el salario de los trabajadores estatales está, en promedio, entre un 20% y un 22% por debajo en poder adquisitivo respecto a diciembre de 2023, que ya de por sí no era el mejor escenario.
Si lo pensamos en números, para entender la lógica: si hoy ganas un millón de pesos, en realidad te faltan unos 200.000 para compensar lo que perdiste desde diciembre de 2023. Tu sueldo debería ser de 1.200.000 para mantener el poder adquisitivo, pero es de un millón.
Periodista 1: ¿Esa pérdida es en el último año?
Lavih Abraham: Esto que explico es la pérdida mensual. Pero el mes pasado también te faltaron 200.000 pesos, y el anterior también. Si empezamos a sumar, un trabajador del Estado ha dejado de cobrar 8 millones de pesos que debería haber recibido para sostener el poder adquisitivo de diciembre de 2023. Son 8 millones que no están en el bolsillo de cada trabajador estatal.
Son billones de pesos que no están circulando en la economía. En el sector privado la realidad es más heterogénea. El promedio está hoy un 5% por debajo. Hubo una caída fuerte al principio, luego una recuperación, y ahora un estancamiento donde las paritarias ya no le ganan a la inflación.
Esos billones de pesos no están en los bolsillos de los trabajadores y, por lo tanto, no están en el consumo: ni en restaurantes, ni en comercios, ni en supermercados. Esto nos lleva a la recesión actual. Los comerciantes no venden y los industriales no invierten porque no hay quien compre. No tenemos inversión, ni consumo, ni gasto público; no hay componentes que dinamicen la economía.
Periodista 2: Una economía congelada.
Lavih Abraham: Sí, congelada y sin una salida clara, porque este gobierno está en el plano de las ideas. Siempre habla de «las ideas de la libertad», «las expectativas del mercado», «el futuro». Siempre está en una lógica muy idealista. Pero en la lógica materialista no hay nada.
Periodista 2: Respecto a lo que estás contando, ¿cuál es la relación con la situación del dólar? O mejor dicho, ¿esta situación tiene que ver con la estabilidad del dólar o pasa por otro lado?
Lavih Abraham: Tiene que ver, porque este gobierno apuesta a un tipo de cambio planchado para que eso no se traslade a precios. Sabe que si aumenta mucho el dólar, viene un proceso inflacionario. Para evitar la inflación, contiene el dólar.
Este dólar ahora está barato para algunas personas a las que les sobra el dinero, pero son una minoría. En realidad, hace que todos los precios argentinos estén muy caros, y los salarios no acompañaron ese proceso. Entonces, tenemos una Argentina barata en dólares, lo que permite traer cosas importadas y que ninguna industria nacional pueda competir. Estamos viendo la destrucción de la industria nacional, con 275.000 puestos de trabajo perdidos entre el sector público y privado, y una baja de consumo. Todo para sostener el dólar.
Hay una clase media alta o alta, un 10% de la población, que ve este dólar barato y se va a Miami, a Europa o a Brasil. Pero justamente, este dólar barato tiene como consecuencia todo esto que te digo: una industria que no funciona y salarios que no están a la par.
Periodista 1: En la descripción que hacés y los números que arroja el informe, no se le ve mucha salida a esto. Si continúa en este rumbo, la cuestión va cada vez peor. Y se habla de que el salvataje de Estados Unidos al gobierno es para llegar a las elecciones de octubre. Creemos que es para llegar con este dólar, por el tema inflación. A partir de lo que pase el 26 de octubre, se da por hecho que hay una devaluación inminente. ¿Eso es realmente así? De ser así, se viene una caída aún mayor del salario.
Lavih Abraham: Es lo más probable. Lo que estamos viviendo ahora es el salvataje. Primero fue un blanqueo para que entren dólares, permitiendo a los evasores poner su dinero en blanco sin pagar impuestos. Después se fue al FMI, se pidió un dólar a los sojeros. Ahora se va a Estados Unidos. Siempre se reclaman más dólares, que es más endeudamiento, para sostener este tipo de cambio.
Todo, para trabajar como si el país terminara el 26 de octubre, como si el 27 no tuviéramos que levantarnos a trabajar. No sabemos si habrá una devaluación. Todo indica que sí, pero el gobierno también puede que lo sostenga. Es difícil pronosticar, es un escenario complicado.
Periodista 2: Supongo que también tiene que ver con lo que pase con el swap que está prometiendo el Tesoro de Estados Unidos, ¿no? Si llegan antes del 26 de octubre, que parece difícil, estamos a 12 días.
Lavih Abraham: Es más de lo mismo. Si entra ese dinero, son otros días de tranquilidad. Fíjate que el dólar soja de la semana pasada, que eran 7.000 millones de dólares —un número importantísimo—, duró diez días. Con el swap, puede durar un poco más, pero la pregunta es qué perdemos en el medio.
Por el adelanto de exportaciones se perdió recaudación impositiva por aproximadamente 1.500 millones de dólares, un número brutal. Se renunció a cobrar esos impuestos para que entren dólares que iban a entrar de acá a diciembre. Simplemente se adelantaron dos meses, y eso le costó al Estado esa cantidad de dinero.
Ahora puede entrar este préstamo y calmar el mercado, pero el modelo es el mismo: seguir hasta la próxima escalada, donde en un mes y medio, de vuelta, se queden sin dólares. Y ya no será pedirle plata al Tío Sam, sino, no sé, regalar Formosa.
Periodista 1: Uno en Argentina ha crecido sabiendo que es cíclico. Tenés esos ciclos de prosperidad, viene el tortazo, arrancamos de vuelta. Pero duraban seis, ocho, diez años. Ahora pareciera que eso se aceleró y todo sucede en meses. ¿Es realmente así? ¿Hay una velocidad mayor en esas subidas y bajadas del país?
Lavih Abraham: Hay algunas cosas que están empezando a ser más estructurales. Estamos viendo que la cuestión salarial se está volviendo estructural, en el sentido de que los salarios y las jubilaciones que quedaron están destruidos. Volvemos a la idea de que un trabajador estatal es pobre. «Más pobre que maestro de escuela», se decía cuando yo era chico, y volvemos a eso. Los maestros, docentes universitarios, investigadores y todo el personal del Estado que tenía un sueldo digno, ahora no lo tiene más, y así están vaciando el Estado.
Estamos estructurando variables que afectan la vida cotidiana, como el salario y las jubilaciones, mientras esperamos un futuro que no llega nunca. Porque además, Milei apuesta a que Vaca Muerta traiga dólares, a que el litio traiga dólares… siempre son quimeras de mediano y largo plazo. Pero en el largo plazo, como decía Keynes, estamos todos muertos. Mientras esperamos llegar a ser Alemania, se nos va la vida. ¿Qué política pública hay para que vivamos mejor? ¿Cómo vamos a tener garantizada la salud, la educación, la ciencia, el arte, la cultura, el deporte? Todo lo que nos convierte en una nación y nos da orgullo nacional. ¿Dónde está eso? Está olvidado, no está en ningún lado del discurso de Milei. Es muy triste pensar que vamos a ser Alemania. Yo quiero ser Argentina.
Y en el medio, se nos va la vida. Porque entre las «ideas de la libertad» y «ser Alemania en 40 años», en el medio ¿qué pasa? Y no está claro. No escuchamos a Milei ni a Caputo decir nada. Simplemente, dejemos a los mercados a su libre albedrío, a su orden espontáneo, y nos va a llevar al paraíso.
Periodista 2: Y ahí, una pregunta no tanto como economista. Me gustó esto de que somos todos argentinos y queremos que salga adelante Argentina. ¿Quién se está beneficiando? Porque estamos diciendo que los trabajadores no, las pymes tampoco, no hay consumo, nos estamos endeudando… ¿Quién se beneficia y se puede sostener si se están beneficiando dos o tres nomás? ¿Es sostenible?
Lavih Abraham: Es difícil. Se está beneficiando la gente que tiene más liquidez, que le sobra la plata. Hablo de los bancos, de empresas que en vez de invertir compran dólares baratos. Ciertos sectores de clase media alta que le están ganando a la inflación porque sus negocios están estructurados con esto. Básicamente, lo que estamos haciendo es una sociedad cada vez más desigual, más parecida a Latinoamérica en general: la desigualdad que vemos en Paraguay, en República Dominicana, en Colombia, en Perú. A veces te las ponen como ejemplo: «mira cómo crece Paraguay». Paraguay es sumamente desigual. Tiene una minoría del 10% rica y un 90% pobre, no hay clase media.
Si algo caracterizó históricamente a la Argentina es la pujanza de una clase media que incluye hasta el 70% de la población. Y eso se está perdiendo. Esta sociedad desigual es una sociedad mucho más fea para vivir. Una donde una minoría la pasa bien y vive con un nivel de vida europeo, y el resto lo vemos por Instagram. Pero eso es horrible.