Desbordada por la dinámica inflacionaria, las políticas para sostener la actividad y el empleo se destacan en los últimos años. El salario, abajo
Álvaro Torriglia
“En los tres meses previos al ballotage se acumuló una inflación de 37%, el peor momento de los precios se dio justo en el contexto de elecciones”. El panorama descripto en el último informe del Mirador de la Actualidad, el Trabajo y la Economía (Mate) es inapelable respecto de las posibilidades de continuidad de una gestión gubernamental que falló fundamentalmente en controlar los precios y mejorar el poder adquisitivo. De hecho, el tercer trimestre fue también “el peor para la evolución de los salarios, con una caída de 7,7%”.
Desde esta perspectiva, parece más bien un milagro que el candidato de Unión por la Patria y ministro de Economía saliente, Sergio Massa, mantuviera competitividad electoral hasta el final. Por fuera de lo aleatorio, queda buscar otras causas para este extraño fenómeno político. Las hay de distinto orden, desde la propia estrategia electoral hasta las disputas ajenas. Pero es probable también que algo haya aportado cierta resiliencia que mostró la economía en un mar de dificultades exógenas y endógenas.
Entre muchos números rojos, el informe de Mate rescata algunos indicadores positivos. Por ejemplo, que el gobierno de Alberto Fernández terminará con un crecimiento del producto en comparación con 2019, aun cuando mostró “caída en el último año y medio de gestión”. El empleo creció de forma sostenida desde la recuperación pospandémica. “Se acumulan 360.000 nuevos empleos privados formales”, señala.
Remando en el río viscoso de la inflación desatada, el Ministerio de Economía difundió el jueves un balance de los últimos cuatro años. Incluyó la gestión del denostado Martín Guzmán para poder mostrar como logro que la economía creció dos años consecutivos por primera vez en una década. Fue en 2021 y 2022.
“Desde el inicio de la gestión, el Estado nacional cumplió un rol central para sostener el tejido productivo y marcar un sendero hacia un desarrollo con cambio estructural e inclusión social”, aseguró el Ministerio. Recordó la lucha contra la crisis macroeconómica y de endeudamiento iniciada en 2018, el Covid y la sequía. Y, a través de la
Secretaría de Desarrollo Productivo, enfatizó que el 2023 cerrará con un 11% más de producción industrial que en la prepandemia, y una tasa de inversión del 19% del PBI, “la más alta de los últimos 15 años”.Destacó que “se logró sostener 37 meses de crecimiento”.
Si las políticas para sostener y expandir la producción, el empleo y las inversiones en la industria 4.0, el sector hidrocarburífero, la minería y la economía del conocimiento pueden acreditar resultados positivos, queda claro que en el balance la general no alcanzó para equilibrar las consecuencias del desmadre inflacionario.
Lo que se viene es un plan de ajuste, que promete al final del camino reducir ese flagelo, aun a costa de resignar actividad.
Publicada en La Capital