Sandra Cicaré y Álvaro Torriglia
Un frente especulativo cambiario que presiona por una devaluación constante, uno externo marcado por el aumento de los precios internacionales y otro distributivo de puja entre capital y trabajo, son para el economista Lavih Abraham las tres causas centrales del proceso inflacionario que hoy vive la Argentina. Como integrante del equipo del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate) consideró que el gobierno nacional “se queda un poco corto” a la hora de atacar estos frentes y que “hay margen” entre otras cosas, para discutir un aumento de las retenciones al complejo agroindustrial ya que “hoy el margen bruto de los exportadores de soja es mayor aún que el año pasado, debido a los altos precios internacionales”.
“La inercia inflacionaria siempre se termina cortando por el poder adquisitivo de los trabajadores y no por la ganancia de los empresarios”, aseveró Abraham durante una entrevista con el programa radial “La banda cambiaria”. Explicó que el salario mínimo, vital y móvil, que se convirtió en una política de ingreso clave durante el gobierno de Néstor Kirchner, “hoy bajó un tercio comparado con el año 2015”.
-¿Cómo sigue la economía argentina tras el acuerdo con el FMI?
-Desde el Mate creemos que se tiene que ordenar la cuestión de los precios, la inflación. Y a partir de eso tranquilizar un poco la cuestión política. Luego, los números macroeconómicos, que ya vienen acomodándose, van a estar mucho mejores. El problema de la inflación es central ya que está golpeando fuerte a los salarios. Después, los otros números como desempleo, crecimiento, industria, etcétera, acompañarán esta mejoría necesaria en los precios.
-¿Cómo impacta el acuerdo en esta tarea, la facilita, la frena?
-En la medida que siga esta tendencia de crecimiento económico, el acuerdo con el FMI no va a representar un límite porque ayudaría a que el pago se haga solo. Tanto crecimiento como exportaciones son necesarias para recaudar para el pago. Mientras se siga en esta tendencia de crecimiento, una mejora en la distribución del ingreso, que todavía no está pasando pero que vaya en ese sentido, mejora en el consumo y las exportaciones, no habrá problemas. La cuestión es que el Fondo sí pone algunos límites en cuanto al gasto público, la emisión monetaria, el déficit fiscal y ahí me parece que si hay algún bache en este crecimiento, o alguna crisis inesperada como puede ser algo derivado de la guerra en Ucrania y Rusia, sí puede empezar a poner palos en la rueda. En principio, con la tendencia que se viene dando en el último semestre no sería tan difícil. El problema es cuando se complique la cosa. Las soluciones más heterodoxas como las aplicadas durante la pandemia tipo el IFE o similares, van a ser más difíciles de implementar.
-¿La suba de la tasa de interés es un impedimento para continuar con el crecimiento?
-Más o menos. Porque con el aumento de la tasa de interés lo que se busca justamente es canalizar el ahorro y los excedentes hacia el peso, es decir que la gente ahorre en esta moneda y las empresas puedan fondearse en pesos. En simultáneo el Ministerio de Desarrollo Productivo siguió teniendo varias líneas de crédito subsidiadas, de modo que la tasa de interés que se pone como referencia es más para el ahorro que para el crédito. Pero también es un costo de oportunidad y para muchas empresas es tentador poner la plata en ahorro al 41% nominal, casi 50% anual, en lugar de invertirla. Ahí puede venir el freno. Pero es difícil, porque uno de los requerimientos que tiene el FMI es la necesidad de sostener el peso y que sea moneda de ahorro y para eso hay que aumentar la tasa.
-¿Cómo creés que encaró el gobierno la lucha contra la inflación, sobre todo en los últimos meses donde hubo una escalada preocupante? ¿Son las medidas correctas, se quedó corto?
-Nosotros estamos viendo que el gobierno habla de una multicausalidad de la inflación y en eso acordamos. Pero no explica nunca, o no se escucha públicamente, cuáles son las causas. Nosotros detectamos tres grandes causas. Por un lado, un frente especulativo cambiario que tiene que ver con la presión permanente para la devaluación. Por otro, un frente externo que tiene que ver con el aumento de los precios internacionales de los commodities, los precios de los alimentos. Una inflación internacional que va hacia la local; y finalmente, un frente distributivo, donde muchos empresarios intentan remarcar, ganar lo mismo vendiendo menos, donde la disputa permanente en las paritarias hace que se pase directamente a precio todos los aumentos salariales sin que el empresariado esté contenido. Ahí hay varios frentes en simultáneo. ¿Qué está haciendo el gobierno? Un poquito de algunas cosas, sobre todo en el frente distributivo, buscando que los precios de los alimentos se sostengan, y un poco en el frente cambiario al sostener un dólar abaratado. En el último año aumentó 20% mientras que la inflación fue del 50%. Pero todo esto es un poco limitado. Porque para atender la cuestión de los precios internacionales se aumentaron dos puntos las retenciones en algunos productos, pero eso queda un poco corto. Según nuestros cálculos hoy el margen bruto de los exportadores de soja es mayor aún con los dos puntos de aumento que el año pasado, debido a los precios internacionales. Hay margen ahí para discutir. El aumento de los precios de venta fue tan alto a nivel internacional que sobrepasó los aumentos de costos incluyendo las retenciones, del aceite sobre todo y los productos elaborados de soja o girasol. Así que hay margen para un par de puntos más. Porque a pesar de esta suba, el margen bruto es mayor que el promedio del año pasado.
_En 2020 terminamos inflación del 36% para luego en 2021 terminar cerrando 20 puntos arriba y volver a la inflación de Macri. ¿Qué pasó en el medio?
-Es la gran pregunta. Porque a esta altura, que haya inflación es algo con lo cual convivimos los argentinos, pero que se haya disparado tanto es algo que efectivamente hay que explicar. Las puntas en las que nosotros trabajamos tienen que ver con la especulación con el dólar y la necesidad permanente de una devaluación, de muchas empresas que la necesitan para ganar más plata. También con el aumento de los precios internacionales, que se trasladó y es un fenómeno mundial que no ocurría hace casi 40 años. Tenemos inflación de casi 10 puntos en los desarrollados. Y eso se traslada hacia acá, pero lo hace sobre una base alta, del 36%. No es que se suman 10 puntos, sino que golpea sobre determinados resortes y mecanismos institucionales que tenemos aceitados en este país, que está acostumbrado a la inflación. Nosotros tenemos contratos indexados de provisión, de alquileres, entonces cualquier cosa que toca unos puntos la inflación se mueve en todos los canales de la economía. Las paritarias siempre están revisadas por ministerios, secretarías, pero cuando los empresarios trasladan los aumentos a las góndolas no hay nadie que lo revise. Entonces, la inercia y este espiral siempre se termina cortando por el poder adquisitivo de los trabajadores y no por la ganancia de los empresarios.
-En términos de ingresos, ¿este año los salarios podrán ganarle algunos puntos a la inflación? ¿Ves una dinámica diferente en las paritarias, o alguna inyección de ingresos?
-Es difícil. No voy a pecar de optimista. Con los números de salarios de enero estamos igual a los niveles de 2019. Es decir, hoy por hoy el salario en términos reales está igual que al inicio del gobierno de Alberto Fernández. Pero febrero y marzo fueron dos meses de alta inflación, con lo cual probablemente ahí tengamos una derrota de nuevo. Está muy palo y palo. Y para poder ganarle un par de puntos a fin de año lo primero es contener la inflación porque si no, no hay forma de que haya un aumento salarial a la par de una inflación tan alta. Efectivamente los ingresos también tienen que venir por otro lado, tienen que haber compensaciones a las jubilaciones, a las asignaciones, a los planes Potenciar Trabajo, porque si no hay un atraso enorme. Estamos viendo que el salario mínimo, vital y móvil, que fue una de las políticas de ingreso clave durante el gobierno de Néstor Kirchner se abandonó durante el gobierno de Macri y ahora no se volvió a retomar. Si al SMVM le damos un valor de 100 en 2015, al final del gobierno de Cristina, hoy está en 68. Bajó un tercio. Probablemente poca gente gane este salario mínimo, pero es un piso, un indicador. Si aumenta el piso, los demás salarios también tienen que aumentar. Entonces, esa política de ingresos que fue muy exitosa durante los años 2003 hasta 2007 podría repetirse. Es muy fácil y hay una experiencia histórica y se puede volver a tomar como una política de ingresos.
Publicado en La Capital