Notas de Coyuntura

Ganadores y privilegiados en el gobierno de Milei

por MATE

El gobierno de Javier Milei cerró su primer año de gestión en un –para algunos analistas– sorpresivo escenario de estabilidad económica y, principalmente, de baja conflictividad social. El presidente reservó para el espectáculo radial, televisivo y virtual su personaje grotesco y, un poco más despojado del show, operó con relativo pragmatismo al frente del poder ejecutivo, contando con importantes aliados en los cuerpos legislativos.

Algunos de sus anuncios, principalmente en cuanto a lo fiscal, se cumplieron, aunque en su enunciación original, hubo bastante de trampa y poco de honestidad. El ajuste del gasto del Estado no podría nunca haberse concentrado en la supuesta “casta” a la que Milei dice despreciar. En primer lugar, porque esa “casta” integra el proyecto real de poder del presidente, pero, además, porque el gasto político del fisco es insignificante en relación con el conjunto de obligaciones sociales que tiene cualquier Estado, ya sea con relación a los servicios que brinda o a los derechos que debe garantizar. De modo que, como debía esperarse, el recorte del gasto recayó principalmente, en forma directa, sobre jubilados y jubiladas y sobre las personas que trabajan prestando cualquier tipo de servicio bajo la responsabilidad estatal, sea educación, administración, salud, seguridad.

Más allá del engaño enunciativo, el ajuste y la “ortodoxia fiscal” estuvieron a tono con la promesa de campaña. En cambio, en materia financiera y en materia cambiaria, el Banco Central no ardió en llamas. Siguió funcionando y cumpliendo un rol muy activo en la gestión de la economía. Al mismo tiempo, continuó vigente el régimen de control de cambios, en forma despectiva llamado “Cepo” por sus detractores. El manual del buen libertario permaneció cerrado para estos asuntos. Milton, Lucas y compañía quedaron en sus caniles, y apareció un Milei más pragmático, demasiado heterodoxo para su propio paladar.

Esta fragmentación entre el Milei personaje y el político, producto más de su instinto de supervivencia y de la intervención de terceros sobre las decisiones que de su experiencia personal o de su propia inteligencia, fue un factor relevante que permitió cursar un primer año de gestión sin problemas muy serios. La historia de nuestro país nos enseña que las derechas nunca gobiernan sólo a través de personajes. Por el contrario, hay un conglomerado de corporaciones, grandes grupos empresariales -aquellos que detentan y administran el poder económico, político y cultural del país- presentes, en muchos casos, desde hace más de un siglo, que tiene sus propios cuadros técnicos y dirigenciales y que conforman los gobiernos antipopulares cuando logran, por las “buenas” o las malas, llegan al control del poder ejecutivo.

Allí están los principales beneficiados de la política económica de Milei, pero también, los que las diseñan y aquellos que ofician de tribunal ante el cual debe rendir cuentas la estructura política que ocasionalmente ocupe los sitios de gestión política e institucional.

La alianza corporativa que hoy gobierna el país tiene un objetivo común: profundizar y consolidar una matriz distributiva lo más regresiva que se pueda. Este proceso, de fuerte raíz en la historia económica argentina, se reinició en diciembre de 2015 cuando Mauricio Macri accedió al ejecutivo. Luego de un período de cuatro años bajo la presidencia de Alberto Fernández en el que, ya sea por falta de voluntad, de convicción, de capacidad, o de condiciones objetivas, no se revirtió, hoy cobra un nuevo impulso.

La devaluación de diciembre, el ajuste fiscal, el incremento de tarifas, la reforma laboral, la reforma jubilatoria, deben leerse en esta clave distributiva. Profundizar el esquema por medio de conseguir llevar a un nuevo nivel más bajo a los salarios y a los ingresos de la población pasiva. Consolidarlo por medio de un conjunto de reformas que permitan diluir el poder de los sectores afectados. Esos son los objetivos de este proyecto que acaba de cumplir su primer año al frente del Estado Nacional.

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