Causas y caminos para bajar la inflación

Desdolarizar la economía

Sergio Arelovich

Es casi un lugar común decir que la inflación es multicausal. Puede coincidirse con tal afirmación, aunque es claro que Argentina tiene particularidades que obligan a afinar el diagnóstico. Sabemos que hay factores causantes de procesos inflacionarios, otros operando como reproductores de aquellos, por último, los que amplifican el crecimiento de los precios. Las argumentaciones neoclásicas tradicionales ponen el acento en el déficit fiscal y en la excesiva emisión monetaria como pilares explicativos. La praxis de la economía argentina y una mirada transfronteriza hacia otros países, no permiten dar crédito a ese diagnóstico simplificador.

En el país hemos tenido períodos inflacionarios con contracción de la base monetaria y otros con baja inflación acompañados de expansión de aquella. La mayoría de las explicaciones, despersonalizan el proceso inflacionario: es el déficit, la emisión, el recalentamiento, el costo argentino, el costo salarial, las distorsiones regulatorias. A esa mirada le falta lo central: el sujeto, el rol de los sujetos en la explicación inflacionaria.

Los sucesivos gobiernos, de diferente signo, han huido de una cuestión central: la necesaria desdolarización de la economía, dado el papel relevante que juega en la generación y reproducción inflacionaria. En cambio, y en el mejor de los casos, han implementado normas efímeras de restricción de acceso al mercado cambiario que jugaron como vectores de creación de alternativas legales e ilegales.

Desdolarizar la economía argentina es un proceso que requiere fases y correcciones pero que -por ahora- no forma parte de la convicción de los gobiernos. Simplemente hay que empezar a dar esta batalla. La primera creencia a atacar es la naturalización del derecho consistente en que cualquier habitante puede llevarse una porción de las reservas internacionales a su casa y mayoritariamente fuera del sistema financiero. 

La argumentación asentada en la protección de los activos mediante la tenencia de moneda extranjera, es contrastada por el comportamiento de las alternativas. Sólo para ver 2022: una colocación en pesos en el sistema financiero a tasa regulada, renovada cada 30 días, superó con creces el aumento del precio del dólar en el mercado libre de cambios y también en el mercado ilegal, acercándose al crecimiento de los precios. 

La desdolarización, que debiera incluir normas en el mercado inmobiliario, en todos los contratos entre residentes en el país, en las políticas de toma de deuda pública y privada, en el estímulo de bancarización de las tenencias, en la composición y administración de las reservas internacionales, en la construcción de las posiciones de cambio en el sistema financiero, como parte de casi un centenar de disposiciones imaginables, podría reducir sensiblemente los niveles inflacionarios, aunque no sean suficientes para eliminar el crecimiento permanente del nivel general de los precios.

La desdolarización debe ir acompañada del acceso a otro fruto prohibido: el monitoreo profundo y constante de las cadenas de valor en el proceso de construcción de los precios. Esto mostraría el rol de las asimetrías entre empresas formadoras y empresas tomadoras de precios en la reproducción de la inflación. No se trata de la oligopolización, que de hecho existe en todo el sistema capitalista, sino de la centralidad que tiene la sustitución del origen tradicional de la ganancia por otro basado en el recorte de las capacidades sufridas por las pequeñas y medianas empresas. Se trata de la centralidad que tiene en Argentina la ganancia por transferencia, en términos de lo que sostiene Anwar Shaikh.

En el mundo empresarial está naturalizado el derecho de imposición de condiciones de las grandes empresas al resto del universo de los negocios, en cambio de manera unívoca se cuestiona cualquier intervención estatal en el terreno de los precios, que entre otros beneficiarios tendría a las empresas de menor porte. Otro erróneo lugar común: todo aumento de salarios genera inflación. En el mundo empresarial, cualquier aumento salarial se paga con ganancia preexistente o con ganancia futura. Este argumento falaz, ni siquiera es sostenible desde una perspectiva neoclásica porque no varía la cantidad de dinero, es la misma, pero en bolsillos diferentes.

Publicado en Página/12

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