Las candidaturas marcan el límite de las políticas económicas

El «círculo rojo» celebró el cierre de listas, con postulantes que se mueven dentro de sus fronteras. Semejanzas y diferencias de los programas. El análisis de las consultoras

Álvaro Torriglia

El cierre de listas para los comicios presidenciales de 2023 llevó tranquilidad al “círculo rojo”. Con la postulación de Sergio Massa como precandidato más competitivo por Unión por la Patria, el conglomerado de agentes económicos que se identifican como “el mercado” se aseguró una disputa electoral acotada a los márgenes de su territorio. No quiere decir, necesariamente, que todos los programas sean iguales. Tampoco que este corsé herramental se muestre eficaz para resolver los desafíos económicos más urgentes.

En su último informe de coyuntura, el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (Ceso) pone el foco en la decisión de los líderes del Frente de Todos por ungir como candidato de unidad a Sergio Massa, “el que más se acerca a los intereses del establishment”. El primer atributo que le asignan, señala, es “garantizar que no haya un golpe de mercado que termine por eliminar cualquier chance electoral del actual oficialismo”. En términos de programa económico, el discurso es el de “orden fiscal, superávit comercial, competitividad cambiaria y desarrollo con inclusión”. Y los sectores vinculados a la explotación y exportación de recursos primarios “parecen ser los elegidos como privilegiados con el objetivo de generar divisas para pagar deuda externa”.

Los planes de otros espacios en competencia eran ya más conocidos. “Juntos por el Cambio llega a las Paso con dos fórmulas presidenciales que comparten el mismo programa económico, con fuerte ajuste del gasto público, reforma tributaria, flexibilización laboral y unificación del mercado cambiario”, describe el Ceso. Por si hiciera falta traduce el concepto: “La unificación cambiaria implica una brusca devaluación inicial con un fuerte impacto regresivo en la distribución del ingreso y el riesgo de empujar la economía a escenarios cercanos a una hiperinflación”. Como en su anterior gestión, los beneficiarios serán “los sectores agroexportadores y financiero, empresas de servicios públicos y energía”. Las posible víctimas: “Asalariados formales y de la economía popular”.

La propuesta de La Libertad Avanza, describe, “se sustenta en las recomendaciones de la teoría monetarista más prehistórica, que incluso ha quedado obsoleta para el pensamiento mainstream contemporáneo”. Destaca la propuesta de dolarizar, recortar gasto público, privatizar empresas públicas, reformar tributos, flexibilizar el régimen laboral, desregular el sector financieron y abrir el comercio unilateralmente. “Casi las mismas recetas económicas que se aplicaron durante los noventa y que terminaron con la crisis más importante de los últimos 30 años”, sentenció el centro de estudios.

El equipo de economistas que conduce Andrés Asiaín advierte que, independientemente de la coalición que asuma el 10 de diciembre, el ganador enfrentará dilemas ineludibles. “Estabilizar la dinámica inflacionaria será el principal desafío, así como la necesidad de recomponer la fortaleza del peso, al menos para las alianzas que desean mantener la moneda nacional”, subraya. El otro desafío en común es que plantea el alto nivel de endeudamiento y la gran cantidad de vencimientos de deuda externa que vencen en los próximos años. “Renegociar o refinanciar tanto la deuda con el FMI como con el sector privado será inevitable”, agregó.

La actual oposición construyó una épica política en torno de la “salida del cepo”, de modo que las propuestas de “unificación cambiaria” son centrales en su programa. En sintonía, Jorge Vasconcelos, economista jefe del Ieral, recorre en uno de sus últimos trabajos las “dos versiones” de restricciones cambiarias que se instrumentaron en la última década: la de 2012 a 2015 y la que arrancó en 2019. Muestra que esta última “enfrenta mucho más dificultades para controlar las variables que la primera”. Entre otras cosas, por “el agotamiento de las fuentes genuinas de financiamiento del Tesoro y la brutal merma de la demanda de dinero”.

Su hipótesis es que en 2012, “la reacción de familias y empresas al cepo fue inercial”. Pero tras varios años de experiencia, “las negras de este ajedrez han ajustado sus expectativas”. Y eso impactó en la eliminación de las restricciones que dispuso Mauricio Macri a fin de 2015. “El plan resultó extremadamente dependiente del financiamiento externo” y “las inconsistencias macro dieron paso a la vulnerabilidad financiera”, señaló. En este contexto, la demanda de dólares por atesoramiento promedió u$s 18.200 millones por año entre 2017 y 2019. Su explicación es que la experiencia indujo a que fuera “racional” incluir en las expectativas “el riesgo de retorno de los cepos”, más allá del color del gobierno. “Las turbulencias de la macro llevaron a la profecía autocumplida”, dijo.

Ergo, como este “virus del cepo” está “inoculado en el cuerpo de los agentes económicos”, la secuencia de políticas que “permitan desembocar en la unificación cambiaria” debe ser “muy cuidadosa”. En esa línea, el Ieral instó a resolver el exceso de pesos “por mecanismos de mercado”, asegurar la “consistencia entre política fiscal y monetaria” y desarmar “todas las trabas al comercio exterior”, aun cuando “la imprescindible acumulación de reservas” ocurra a “un ritmo más pausado”.

Para el instituto de estudios de la Fundación Mediterránea, “conviene prestar atención, más que a las promesas, al diagnóstico” que los candidatos hagan sobre las causas de “los doce años de estanflación”.

En rigor, esa generalización temporal esconde en su interior tres períodos diferentes, demarcados por los resultados de tres gestiones de gobierno. Con sus picos y valles, dos de ellos (2011 a 2015 y 2019 a 2023) terminaron con indicadores positivos, por caso, en materia de actividad económica y empleo, mientras que para el del medio (2015 a 2019), las estadísticas muestran un derrumbe en toda la línea.

Este es el parche que bate en cada presentación el secretario de Industria, José Ignacio De Mendiguren, convertido en el principal activista territorial de Sergio Massa. “Sabemos muy bien que a los trabajadores no les alcanza la plata pero también conocemos muy bien lo que significa el drama de la desocupación, y la bajamos”, subrayó durante su reciente visita a Rosario. Al participar del encuentro de Abappra criticó duramente a la oposición que “quiere volver” al modelo macrista, “en el que también se duplicó la inflación pero además creció el desempleo y la economía cayó tres de cuatro años”.

De hecho, aun cuando la inflación aumentó en progresión geométrica, durante los últimos doce años, su impacto sobre el poder adquisitivo no fue constante. El último informe de coyuntura del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate) lo puso en esta comparación sobre la evolución de salarios y precios: 196% vs 176% (CFK II), 213% vs 300% (Macri) y 442% vs 448% (AF).

El equipo de economistas que conduce Sergio Arelovich también destacó la reducción de la tasa de desocupación del 10,6% al 6,9% entre 2019 y 2023. “Hace un año y medio que el desempleo se mantiene en un bajo nivel histórico, en un contexto en el que el incremento de la población económicamente activa que va al mismo ritmo que la creación de empleo: más gente busca trabajo, y lo encuentra”, señaló.

El análisis comparado le va mejor al actual gobierno que la descripción del presente. Pese a que la inflación “dejó de acelerarse luego de medio año sin hallar techo”, lo cierto es que “desde la firma del acuerdo con el FMI los precios aumentaron de un modo vertiginoso”, señalan desde el Mirador. Además, “la curva de PBI se aplana y la economía deja de crecer”. No es casualidad, en este camino, que el “ahorro” de casi $ un billón que hizo Massa con su recortes al gasto público en los últimos cinco meses, no alcance para equilibrar las cuentas, golpeadas por la caída de la recaudación.

Lo peor, de todos modos, es el desequilibrio externo. “El déficit comercial de mayo fue el peor registro en cinco años: la economía que firmó el acuerdo con el FMI en 2022 ya no existe más”, sentenció el informe de Mate. Pruebas al canto. Desde la firma del acuerdo con el organismo, “la economía necesitó casi nueve veces más dólares que los que tuvo la capacidad de generar”, concluye.

Publicado en La Capital

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