Marco Kofman
Hace tres meses, el 16 de junio, Romina Malaspina lució un top con transparencia (“¡y sin corpiño!”, subrayado con negrita en la nota del portal de radio Mitre) para conducir un noticiero en la televisión por cable. Como siempre, «las redes explotaron» y la “polémica” ocupó durante varios días espacios destacados en programas, diarios y portales de noticias. Las voces misóginas se alzaron, las voces feministas no evadieron el tema y educaron un poco más al soberano sobre la temática de los cuerpos y la imagen y los todopinólogos dictaron sus clásicos veredictos. Más o menos lo de siempre.
La foto con la que la mayoría de los medios retrataron la escena, efectivamente nos presenta una situación muy obscena: lo que se deja ver en la imagen no debería tener lugar en la televisión. No me refiero, por supuesto, al cuerpo de la joven trabajadora de prensa, sino a lo que tiene a su derecha.
Si un día algún periodista publicara una placa con el precio de un gramo de cocaína, de un auto recauchutado en un desarmadero o de un arma sin registro la reacción sería espontánea y lo acusarían de instigación a cometer delitos, de irresponsabilidad social y de quien sabe cuántas cosas más.
Lo cierto es que, en todos los portales y canales de noticias, las veinticuatro horas del día, el “precio” del dólar blue, ilegal, clandestino, tiene un lugar asegurado en la pantalla. Uso comillas para hablar de este precio, porque en verdad no existe tal cosa, y esto añade un elemento adicional al problema: el “precio” publicado oficia, en la práctica, casi siempre, como profecía autocumplida.
No es un problema moral respecto de la ilegalidad del origen de las componentes de este mercado lo que motiva esta nota. El principal problema del mercado paralelo del dólar es que la ultra publicidad con la que cuenta produce consecuencias importantes sobre la economía real.
En julio de 2016 la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) publicó un informe en el que incluyó algunos puntos sobre la problemática del tipo de cambio paralelo en Venezuela. Recordemos que allí, una página web llamada Dólartoday, creada en 2010 por venezolanos residentes en Estados Unidos, comenzó a publicar periódicamente el valor del dólar ilegal. Los medios de comunicación replicaban la información y rápidamente la convertían en tema obligado de charla, sentido común, verdad.
El informe que presentó la CEPAL, y que aquí debemos tomar como advertencia, determinó que “el tipo de cambio publicado por Dólartoday se alimenta de fuentes de información que no son conocidas y que no reflejan la realidad de las fuerzas de mercados. Esta publicación ha contribuido a generar mayor volatilidad, incertidumbre y expectativas infundadas de depreciación del bolívar frente al dólar de los Estados Unidos”.
Además, agrega el documento, “una parte importante de la industria y comercio nacional de la República Bolivariana de Venezuela utiliza este tipo de cambio de referencia para calcular sus costos de reposición y ajustar los precios internos de bienes y servicios con un componente importado”. Así, las publicaciones de Dólartoday, contribuyeron “de manera importante, a generar la espiral inflacionaria que vive actualmente (…)”.
Argentinas y argentinos nos enteramos del “precio” (insisto con las comillas) del blue antes de tostar el pan por las mañanas. Nos lo recuerdan en las actualizaciones informativas de las emisoras radiales, en programas de cocina o en programas de chimentos, en los zócalos de los canales de noticias. Como nunca antes, convivimos con ese valor.
El poder económico concentrado de nuestro país, con sus activos dolarizados y sus exportaciones en dólares, apuesta a una fuerte devaluación para incrementar su riqueza. Las presiones sobre el valor del tipo de cambio maridan a la perfección con los intereses desestabilizadores de la oposición política que los representa y los medios de comunicación donde se expresan.
La respuesta a las medidas recientes del gobierno en torno al problema cambiario (que pretenden evitar los efectos regresivos de una devaluación y la consecuente multiplicación de pobreza e indigencia), reflejan esta comunión. Con entrecomillados apócrifos, las notas de los portales de noticias amanecieron el miércoles 16 de septiembre anunciando, aún antes de cualquier operación en el mercado, la nueva cotización del dólar ilegal. Sujeto tácito mediante, los redactores cumplieron su temprana tarea anunciando que en el mercado “prevén, vaticinan, detallan, advierten, pasan en limpio, revelan” (todos los verbos pertenecen a una sola nota) que el dólar paralelo seguirá subiendo.
La experiencia venezolana, estudiada por la CEPAL, organismo para Latinoamérica de las Naciones Unidas (ONU) sirve de lección. Quienes aúllan su terror a que el gobierno argentino convierta (sic) al país en Venezuela, son los que, no tan curiosamente, utilizan las herramientas desestabilizadoras que convirtieron a Venezuela en Venezuela.
Publicado en El Cohete a la Luna