Un informe advierte que el poder adquisitivo de los argentinos lleva cuatro años en baja, acumulando una pérdida de 4,7 millones de pesos desde 2016. Con un contexto de inestabilidad macroeconómica, la pregunta es quién pagará los costos de poner las cuentas en orden
Manuel Parola
En mayo, la inflación superó el crecimiento de los salarios de los trabajadores, lo cual suma otro capítulo a la baja del poder adquisitivo de los ingresos en Argentina. El último informe sobre los salarios del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate) determinó que el salario bruto actual está por debajo de los salarios de la década de 1990. Estudiosos del devenir de los salarios conversaron con El Ciudadano para aproximar las razones y el porvenir de la microeconomía de los laburantes argentinos.
El informe muestra que el salario bruto de 2019 estaba en $314.170 mientras que actualmente se encuentra en $296.472. Según el Mate, los bolsillos de los trabajadores acumulan una pérdida de 4,7 millones de pesos desde 2016. Por otro lado, el salario bruto actual se redujo en $87.250 respecto de cuánto estaba en 2015, y está por debajo de los salarios de la década de 1990.
“Estos números corresponden a una comparación de salario contra salario, lo cual no quiere decir que los ingresos o la situación laboral de los trabajadores de los 90 y de hoy sea la misma”, explicó Lavih Abraham, economista integrante del Mirador y profundizó: “Cuando miramos el salario real, estamos mirando el precio y el ingreso. Por ejemplo, si mi ingreso es de 100 y un paquete de yerba me sale 10, me puedo comprar 10 paquetes. Pero con un proceso inflacionario donde el mismo paquete aumenta a 20 y mi ingreso permanece estable, en vez de 10 paquetes me puedo comprar 5. Tenemos que ver cómo aumentaron las dos variantes”.
El economista observó que durante los dos últimos años del gobierno de Mauricio Macri se perdió entre 20 y 25 puntos porcentuales del poder adquisitivo: “No hubo aumento de los sueldos durante el macrismo, con una administración muy pro empresarial y patronal que bajó los salarios públicos y planchó el salario mínimo, vital y móvil (SMVyM)”, evaluó Abraham y agregó: “Durante el gobierno de Alberto Fernández, al principio el salario mínimo recupera unos pocos puntos. Es una herramienta que el gobierno de Macri abandonó como valor de referencia, y Fernández lo intenta aumentar implementando la suma fija, hasta que llega la pandemia. A partir de ahí, el gobierno apostó a que el mercado regulara los salarios al alza”.
En consonancia con esto, el Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía subrayó en el mismo informe que, con el aumento a $118.000 pesos del salario mínimo, acumula un repunte del 130% en el último año. “Al estar por encima de la inflación, representa una mejora” para el bolsillo de los trabajadores, pero a su vez estiman que “Para lograr el mismo poder de compra que en 2015, tendría que ubicarse en septiembre en torno a los $194.000”. Es decir, el salario bruto corre 84 mil pesos por detrás de los salarios
“Este gobierno apostó al aumento del empleo y no a la capacidad adquisitiva. Si tanta gente empieza a participar del campo laboral es más gente participando del reparto de la torta”, reflexionó el economista. Sobre esta cuestión, el Mate publicó que se crearon 955.000 empleos desde el comienzo del gobierno del Frente de Todos, de los cuales un tercio fueron empleos registrados en el sector privado y más de la mitad corresponden a trabajadores independientes registrados como monotributistas o por monotributo social.
Dentro del universo de los nuevos empleos, un tercio de esos nuevos trabajadores responde a puestos de trabajo en la industria, con 102.146 nuevos asalariados, seguido por el rubro del comercio (83.435 nuestros registros). Los nuevos puestos informados en el sector privado sumaron 322 mil, mientras que el sector público se vio nutrido en 160 mil trabajadores en todo el país en los últimos cuatro años.
“No hay más resto para seguir reduciendo los salarios de los trabajadores”
“Hubo una caída muy fuerte en el período 2018-2019 donde el salario bruto se desploma, y desde 2020 en adelante se estabiliza en niveles muy bajos. Se internalizó la caída del poder adquisitivo de los trabajadores”, explicó Luis Campos, director del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma. Con Lavih Abraham, coinciden en que la caída del poder adquisitivo ronda los 20 puntos porcentuales durante los últimos 4 años.
Campos sostuvo a El Ciudadano que la economía argentina está funcionando con un nivel de inestabilidad que tiene que ver con los desbocados niveles inflacionarios que, al cierre de esta nota, acumulaban 116% interanual en el mes de junio, y los niveles de producción planchados desde hace una década.
En la comparación de largo aliento del salario bruto, Campos hace un contrapunto con el Mirador de la Actividad del Trabajo y la Economía y afirma que los salarios están en niveles similares al 2006, por encima de la situación registrada entre los años 2002 y 2005: “En los ‘90, los salarios estaban planchados, con un desplome en el 2002 y un repunte desde el 2003, con una tendencia general al alza” durante el gobierno de Néstor Kirchner, que culminó con los compromisos con el Fondo Monetario Internacional, el 15 de diciembre del 2005.
“Desde el 2012, la economía está planchada, con una tendencia que indica que la producción no ha crecido sino que se mantuvo estable durante los últimos años”, subrayó el economista, y profundizó: “Si tenemos en cuenta que el crecimiento vegetativo de una población es de 1% anual, tenemos que la población creció un 10% mientras que la producción es la misma, es decir que el PBI per cápita es cada vez menor. En este contexto, no hay forma de que la economía recupere los salarios”.
Según datos del Estimador Mensual de la Actividad Económica (Emae) del Ministerio de Economía de la Nación, los índices desestacionalizados de la actividad económica se sostuvieron desde junio de 2012 hasta abril de 2023, sin tener en cuenta las mediciones realizadas durante la pandemia, se mantuvieron en valores constantes, confirmando las aseveraciones del director del Observatorio del Derecho Social.
Ante esta situación de descalabro macroeconómico, Campos entiende que es inevitable que se de un evento de ordenamiento económico, el cual se puede dar de manera administrada o desordenada: “Es un elemento que se tiene que dar. Si el reordenamiento macroeconómico se hace de forma administrada, podés discutir qué sectores son los que van a solventar los costos o sobre qué sectores se va a reordenar la macroeconomía”.
“Cualquier ajuste que se realice de forma desordenada va a caer en la espalda de los trabajadores”, sostuvo Campos a El Ciudadano. Al ser consultado sobre las posibilidades de que la situación actual se mantenga en el tiempo o se profundice en detrimento de los ingresos, el economista negó que fuera sostenible: “Una reducción de los salarios no prevé el nivel de conflictividad social que acompañará a esa política. No hay resto en los salarios de los trabajadores para que se siga reduciendo la capacidad adquisitiva”.
Los últimos tres meses de desaceleración de la inflación, según dijo Lavih Abraham a El Ciudadano, tienen origen en los niveles de rentabilidad de las empresas más importantes del país, que han visto sus ganancias crecer por encima de los niveles de la inflación: “Hubo un aumento desproporcionado de los precios y los márgenes de ganancia de las empresas, sobre todo de las firmas productoras de alimentos”, observó el integrante de Mate, y afirmó: “La desaceleración de la inflación tiene más que ver con una saciedad de los empresarios en su ambición que con un control de los resortes económicos”.
Al ser consultado sobre la posibilidad de una nueva disparada inflacionaria, Abraham negó que haya trabas que impidan que los precios vuelvan a subir.
Publicado en El Ciudadano