Arelovich: «La dolarización es una idea disparatada»

El economista de Mate analizó la propuesta lanzada por un sector de la oposición y puso la lupa sobre la delicada situación macroeconómica del país

Álvaro Torriglia y Sandra Cicaré

«La dolarización es una idea disparatada”. Así lo enfatizó el economista Sergio Arelovich, titular del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate) al opinar sobre la propuesta que lanzó uno de los espacios políticos de la oposición y que agitó el debate en la previa de la campaña electoral. Tras analizar la inviabilidad y los costos de una decisión de ese tipo, se pronunció por transitar el camino contrario: “Hace falta una política muy fuerte de desdolarización de la economía argentina”.

En las últimas semanas apareció con fuerza la idea de la dolarización. ¿Es posible?

La idea de la dolarización es muy disparatada. Argentina tiene una estructura productiva y social muy compleja. No es Ecuador, más allá de los graves problemas que tiene ese país para administrarla. Por otra parte, el nivel de los problemas que tiene Argentina vuelven altísimo el tipo de cambio al que se haría la operación. Llegaría a los $ 8 mil, pulverizando los ingresos de la población. Esto haría extrañar la época en que podías comprar hasta u$s 200 por mes. En el nuevo escenario tardarían cuatro años para comprar eso. Con independencia de esas especulaciones, cualquier intento de dolarización significa en primer término, la renuncia a la política monetaria. No tenés moneda. Por otro lado, con la historia de inflación de la Argentina, no puede descartarse que tengamos inflación en dólares. El salario mínimo, vital y móvil, en Ecuador es de u$s 450 pero una familia no puede vivir con menos de 3 mil. ¿Qué pasaría acá con una inflación en dólares si el salario mínimo requerido se va a u$s 5 mil? ¿Cómo hacés para competir en el mercado internacional? También haría falta un importante nivel de endeudamiento porque no hay dólares. Hoy el capitalismo funciona muy distinto al siglo XIX y XX y, sobre todo, está la pérdida de hegemonía del dólar en el mundo. Muchos países que ya han provocado acuerdos tales para llevar cancelar los intercambios comerciales con la propia moneda.

Las propuestas que expuso la oposición son de ajuste. Y para llevarlas adelante requieren una crisis previa.

Los términos que utilizan algunos candidatos o sus asociados no son gratuitos. Que alguien diga que va a dinamitar todo o a semi dinamitar todo hay que tomárselo en serio. Eso significa pulverizar la distribución del ingreso, que ya es regresiva porque sufrió mucho durante el macrismo y la pandemia.

Lo que sí es necesario es fortalecer la moneda argentina. ¿Cómo se logra?

Falta una política muy fuerte de desdolarización de la economía argentina. No es una cosa de la noche a la mañana pero en algún lugar hay que empezar. Argentina es un caso raro, en el cual las casas se compran al contado, en efectivo y en dólares, mientras que las licuadoras se compran con Ahora 12. En el resto del mundo es al revés. Hace falta una épica de reivindicación soberana del peso, invitando con algún mecanismo de estímulo a que se bancaricen las tenencias que están dentro del país pero fuera del sistema financiero. Ni hablar de lo que está afuera.

Cualquier inversión en pesos ajustada por inflación superó en renta financiera un 20% la compra y tenencia de dólares en el período 2002-2022

Los países de América latina tienen una moneda con peso y con las tres funciones que tiene que tener.

Voy a contar una historia breve de la inflación y el dólar en la Argentina. Entre el 11 de enero de 2002, cuando pasamos de $ 1 a $ 1,40 por dólar, hasta el 20 de abril de 2023, el dólar en el mercado ilegal creció el 24.782%. El IPC real subió 29.662%. O sea que cualquier inversión en pesos ajustada por inflación superó en renta financiera un 20% la compra y tenencia de dólares en este período. Porque la utilidad de una colocación en dólares solamente se realiza cuando la vendés. Si no, es contable. En cambio, una colocación en pesos la podés ver cada 30 días, acreditada en una cuenta bancaria. O sea que el que apostó al dólar en el largo plazo perdió. Veamos un período más corto, desde el primer día hábil del año pasado hasta el 20 de abril: 105,3% el dólar contra el 154% la inflación. Acá inclusive la diferencia fue superior, un 46% más. Esto no quita que alguien justo haya pegado un alza devaluatoria en el mercado ilegal y haya pegado un golazo en una semana. Pero en el largo plazo la situación es otra. Entre otras cosas porque también se devalúa el dólar en Estados Unidos.

Estos debates se alimentan también por cierta demanda de planes de estabilización. Se puso un poco de moda. ¿Es necesario?

Yo creo que hace falta un plan de estabilización, aunque no creo que tengan destino las experiencias de planes de estabilización que fueron de ajuste. Es posible otro tipo de estabilización y para eso se necesita no sólo creatividad sino fuerza política. Está claro que un plan de estabilización que parta de la base de un congelamiento requiere primero de una redistribución de entrada que permita potenciar la demanda y que no afecte los ingresos fiscales. Porque un plan que afecte la caída de actividad, la demanda y los ingresos, en forma inmediata se traduce en un caída de ingresos fiscales y se potencia el problema del déficit. Esto lo conocemos.

En estos tiempos se recuerda mucho el plan Austral, como una de las ideas considerada exitosa, que luego voló por los aires. ¿Se requiere un acuerdo político?

El presupuesto de ese plan era que cada precio contenía un sobreprecio como consecuencia de la expectativa de inflación. Entonces, le aplicaba una tasa de descuento. Roberto Frenkel es uno de los autores del plan y es el tipo que más sabe de inflación en el mundo, a pesar de que yo no coincida en una serie de perspectivas políticas. Yo lo consultaría. Sobre todo con las transformaciones que ha habido en la economía en el mundo. Hay otra complejidad, fundamentalmente asociado a la creación de las estructuras multilaterales complejas. Por fuera de la cuestión coyuntural, me da la impresión de que lo que se ha perdido es al estatidad, como decía (Oscar) Oszlak. Es decir, el reconocimiento de que el Estado tiene derecho a intervenir, a cobrar impuestos. Hay que pensar en medidas audaces pero no sueltas. ¿Por qué no pensar en la reducción del impuesto a los combustibles para tener con qué negociar a nivel empresario?

Esta corrida en los dólares paralelos, ¿Es más de lo mismo o peor?

Estamos en una situación recontra compleja, con montones de aristas. Hay cuestiones que tienen que ver con la coyuntura y necesitan medidas urgentes y hay otras que derivan de lo que se dejó de hacer desde el 83 en adelante. Podría hacer una lista de los problemas de Argentina pero la pregunta es si se trata de problemas o de desafíos políticos para un gobierno popular, para un programa de transformación. La deuda más grande de la democracia tiene que ver con no haber tocado la herencia de la dictadura y las de las experiencias neoconservadoras durante los gobiernos de Menem , De la Rúa y Macri. Todas las cosas alcanzadas durante los ciclos de raigambre popular costaron muchísimo trabajo. Y tanto Menem como Macri rápidamente pudieron destruir temas centrales.

Argentina necesita un código de fondo de la deuda.

Eso significa que no se asentaron transformaciones estructurales tales como las que dejó la dictadura y que todavía siguen vigentes. Por lo tanto, es una tarea pendiente pensar qué cosas son inamovibles en el largo plazo a los efectos de la construcción de políticas públicas de otro orden. Hay un sitio que se llama las leyes de la dictadura.com.ar, que menciona 4.500 leyes vigentes de las cuales más del 10% son de la dictadura, como la de entidades financieras, radiodifusión, inversiones extranjeras, el código aduanero, etcétera. Tenemos un complejo mapa de conflictos y una centralidad de la deuda pública que nunca fue tomada con la seriedad que debió ser tomada. Argentina necesita un código de fondo de la deuda. Otro tema es el Poder Judicial y la red comunicacional. El otro es el sistema financiero, que hoy es un gran mecanismo de absorción de capacidad de préstamos la cual ni el sector privado ni el público acceden. Hay el doble de fondos depositados en letras de corto plazo que el saldo de los préstamos colocados en el sector privado y público. Tenemos una transformación de la estructura social que debe ser abordada. Y podría seguir la lista. Lo que invito es a que la lista de problema se tome con lista de desafíos.

Publicada en Diario La Capital

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